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El boxeo argentino llora la muerte de Martillo Roldán: tenía coronavirus

El deporte argentino sufrió un golpe al mentón y está de luto. Este miércoles se confirmó la muerte de Juan Domingo Roldán, el boxeador cordobés que fue campeón argentino, sudamericano y tres veces retador al título mundial.
Por haberse contagiado de coronavirus “Martillo” estaba internado en terapia intensiva y con oxígeno en el Hospital J. B. Iturraspe de San Francisco.

Su trayectoria ayuda a comprender su grandeza: como aficionado realizó 90 peleas, de las cuales ganó 82, empató cuatro y perdió cuatro. Mientras que como profesional afrontó 75 combates: se impuso en 67 (45 antes del límite), cayó en cinco, empató dos y uno quedó sin decisión.

En 1979 logró el título cordobés mediano al derrotar por nocaut técnico a Hugo Obregón. Mientras que dos años después se consagró campeón argentino mediano tras vencer por puntos a Jacinto Fernández. Y en 1982 obtuvo el título sudamericano mediano al imponerse a Carlos Flores Burlón.

Solo le quedó pendiente ganar una pelea por el título mundial, aunque hay que remarcar que estuvo activo en una etapa de grandes boxeadores en su categoría.

En 1984 perdió por nocaut técnico con Marvin Hagler en Las Vegas y en 1987 fue derrotado, también por nocaut, por Tommy Hearns. Su tercera y última chance la tuyo ante Michael Nunn y fue noqueado en Las Vegas. Al llegar al país, anunció que colgaba los guantes.

Historia de trabajo

Hijo de un humilde tambero de la zona rural de Freyre, el cordobés se puso los guantes por primera vez a los 11 años y desde allí comenzó una carrera que lo hizo vivir varias jornadas inolvidables.

“Recuerdo que de chiquito siempre tuve mucha fuerza. A los 12 años, en el tambo, llevaba un tacho con 50 litros de leche en cada mano. Los llevaba caminando. A los 13 levantaba bolsas. Siempre tuve una vida dura. Gracias a Dios, nunca me faltó comida, pero teníamos necesidades de todo tipo”, supo contarle Roldán a La Voz tiempo atrás.

Y sobre la primera vez que se puso los guantes, dijo: “Una noche fuimos a Freyre, a un local donde practicaban boxeo en el piso, pero con guantes. Tenía 11 años. Recuerdo que en broma, mi papá empezó a gritar si no había alguno para su pollo. Me pusieron uno chiquito, le di una trompada y lo mandé a la m… Me pusieron uno más grande, le metí un trompadón y desapareció”.

Sacrificio y disciplina

Al ser consultado sobre cómo entrenaba, afirmó: “Durante tres años hacía a diario 40 kilómetros y sólo me paraba la lluvia. Me levantaba a las 4, trabajaba en el tambo hasta las 6 y a esa hora empezaba a correr. Después trepaba al tractor, araba hasta las 18 y de ahí al gimnasio en moto”.

En otra parte de aquella nota se mostró muy agradecido con el empresario Tito Lectoure y sostuvo que casi todo lo que consiguió fue gracias a él: “Si bien la mayor parte de las cosas las ponía yo arriba del ring, sin sus conexiones no podría haber hecho lo que hice”.

Con sus primeras “bolsas grandes” Roldán se compró una casa en Freyre y unos campos, por lo que a diferencia de otros boxeadores pudo vivir con cierta tranquilidad tras el retiro. Fuente: La voz del interior

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