En medio de la cuarentena, y sin la posibilidad de llevar adelante bailes o espectáculos nocturnos, la Tota Santillán se quedó sin trabajo y tuvo que rebuscárselas para poder salir adelante.
“Terminé de trabajar en Mar del Plata y comenzamos a hacer tapabocas, los barbijos. Nos dedicamos a vender guantes, insumos de la sanidad, alimentos no perecederos. Los repartíamos en la camioneta», señaló.
También se dedicó a vender ropa aunque poco a poco está intentando volver a su anterior rubro con la creación de un autocine.
“He tenido la carnicería todo este tiempo, también vendí buzos y remeras con un montón de amigos, porque uno tiene que vivir”, agregó.
El artista contó que le teme al coronavirus aunque toma todas las precauciones para no contagiarse. “He tenido amigos que se han contagiado. Perdí a uno, no lo podía creer”, concluyó.