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La nueva vida de Raúl, el hombre que vivió más de 20 años en la calle y pudo reencontrarse con su familia

La historia de Raúl Casimiro y Victoria Geist, conmovió a todos y se viralizó en abril con la misma fuerza de su amistad. Ella, una estudiante de abogacía de 21 años, él un hombre que dormía a la intemperie tapado con cartones y plásticos a pocas cuadras de su casa. Ella buscaba a quién ayudar, él no pedía nada pero con su cariño dejó de ser invisible.

Junto con su mamá comenzaron a acercarle comida, ropa limpia, abrigos y algo caliente para tomar, donde pasaba las noches, en la entrada de un garage de una casa deshabitada en calle Uruguay a pasos de Corrientes.

El rompecabezas de su vida

Pasaron los meses y ambos se habían incorporado a la vida del otro. Victoria sabía que era gentil, de buenos modales y que si le preguntaba por su familia o por qué estaba en la calle se quedaba en silencio. Él sabía que ella se preocupaba si no lo encontraba en su rincón.

Con Victoria volvió a pronunciar su nombre, contó que era de un pueblito de Salta que se había ido de su casa con 18 o 20 años. Había estado en San Luis y en Buenos Aires trabajó en la construcción. Una sola vez volvió a Salta pero sintió que ese ya no era su lugar. A Paraná había llegado en tren hace más de 20 años. Vivió mucho tiempo en un auto abandonado en el ferrocarril hasta que un par de vecinos agarraron sus cosas, las metieron dentro de la chatarra y las prendieron fuego. Con lo puesto y lo poco que rescató se trasladó al centro.

El sábado 3 de noviembre del año pasado, Raúl fue salvajemente golpeado, abusado y torturado. Atado, amordazado y desnudo lo dejaron en el Paseo Jardín. La policía lo desató pero no hubo asistencia, hasta que Victoria lo encontró desfigurado y dolorido. En el Hospital solo le dieron ibuprofeno y decidió recurrir a la justicia. Finalmente se ordenó el traslado al Hospital Escuela donde comenzaría una nueva historia para él.

Contenido por profesionales y enfermeros, le tomaron mucho aprecio y también empezaron a indagar en su historia, en tratar de conectarlo con sus raíces.

Un llamado, una vida nueva

Una comunicación que llegaba a más de 1200 kilómetros de Paraná, le iba a devolver a Casimiro su familia. Un sobrino y un hermano iban a llegar a los dos días a buscarlo para volver a Salta. En la terminal, el viernes 12 de abril, hubo abrazos, lágrimas y el comienzo de una nueva vida.

A casi tres meses de esa partida, Entremediosweb se comunicó con una de las hermanas de Raúl. “Él está en Salta capital conmigo porque está haciendo tratamientos psicológicos y psiquiátricos en el Hospital San Bernardo y los estudios generales, que ya se los hice, salieron excelentes”, indicó. «Ahora el psiquiatra me dijo que tiene que hacer un tratamiento por dos años. Raúl ya se maneja solo por la ciudad, va a la casa de mi hermano, a mi casa. El está muy bien, tranquilo, me dijo la psicóloga que está avanzando muy bien», detalló la mujer.     

Raúl vive en la casa de su papá, “donde tiene su espacio, su privacidad” y está acompañado por su hermana y sus sobrinos que durante la semana estudian en la capital y después se van a San Antonio de los Cobres de donde es oriunda la familia. “Mi mamá, que falleció hace 23 años siempre le dejó su espacio, aunque él no estaba, tenía su lugar”, recordó.

Pudo también recontrarse con su papá antes de fallecer hace dos semanas. «Al principio a Raúl es como que le acostaba acercarse pero cuando el último mes de vida mi papá necesitaba atención permanente, veía que nosotros le hacíamos masaje, lo higienizábamos o le cambiábamos la ropa y él colaboraba con re naturalidad».

En su llegada a Salta salió a caminar y se perdió. » Fue una desesperación, tuvimos que hacer la denuncia y la policía nos ayudo a ver las imágenes de las cámaras, hasta que lo ubicamos. Después nos dimos cuenta que no es que él se quería ir sino que no se ubicaba. Entonces decidimos caminar con él». Durante dos semanas lo acompañaban caminando a todos lados y aprendió perfecto. «Está muy adaptado, hoy es independiente. El tiene sus horarios, ya sé cuánto demora en caminar y si lo salgo a buscar ya lo veo que está viniendo».

«También le costaba descansar en las noches y deambulaba pero ahora está muy bien, descansa pero es hiperactivo, camina mucho. Yo me di cuenta que él necesita caminar así que él se levanta, desayuna y sale». Raúl empezará en los próximos días un taller de tapizado, quería aprender folclore pero el curso estaba muy avanzado. Otro de los objetivos es que pueda terminar la secundaria.

Además la mujer contó a este portal que al principio le costaba hablar pero que ahora «participa de las conversaciones en las reuniones familiares, en el almuerzo, es un gran avance». Esta pasando «un proceso de adaptación por todo lo que ha vivido pero está tranquilo, es un buen chico y aunque colabora en la casa y es uno más, también es muy servido», relató.

Con respecto a Paraná, no quiere recordar lo que vivió en la ciudad. «En una o dos oportunidades intenté preguntarle, si quería volver o si extrañaba y siempre me respondió que no. Él creía que tenía 39 años y tiene 57, yo pienso que tuvo una situación emocional fuerte que quizás en ese momento olvidó lo que había dejado en Salta».

Además su hermana destacó que el vicegobernador de Salta, Miguel Isa, «fue un puente muy importante que permitió que pudiéramos hacer todo con agilidad en el tratamiento y a la atención de Raúl». Y también recordó a los paranaenses que en algún momento lo ayudaron: «Gracias a toda la gente que fue solidaria con él».

» Tantas veces me mataron, tantas veces me morí sin embargo estoy aquí resucitando. Gracias doy a la desgracia y a la mano con puñal porque me mató tan mal y seguí cantando » dice la letra de María Elena Walsh. «La cigarra» podría estar contando su historia, una vida de mucho sufrimiento y soledades pero que hoy tiene un final feliz.

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