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Las causas y qué hay que hacer para evitar el mal olor corporal

A través de la piel, concretamente a través de la secreción de las glándulas sudoríparas, el cuerpo expulsa catabolitos o restos de sustancias tóxicas que circulan por la sangre.

Concretamente en medicina naturista nos referimos a ella como el «tercer riñón», puesto que el sudor, como emuntorio, es equivalente a la orina. Son dos vías que utiliza el cuerpo para eliminar tóxicos.

QUÉ CAUSA EL MAL OLOR DEL CUERPO Y CÓMO COMBATIRLO

La transpiración cutánea, que en principio es inodora, igual que la respiración, elimina también sustancias volátiles que pueden ingresar en el organismo con los alimentos, las bebidas, la respiración o con hábitos tóxicos, que pueden influir en su olor.

Por lo tanto, el olor corporal será en parte el resultado de los componentes que circulan por nuestro torrente sanguíneo, del metabolismo de cada uno, y del grado de sudoración corporal.

Al igual que la halitosis o mal aliento, el olor corporal está influenciado por lo que comemos y por lo que digerimos, y con el hábito de consumo de productos como el tabaco, el alcohol, el café.

Por ejemplo, dietas bajas en carbohidratos o ricas en proteínas (con embutidos, quesos, fritos…) obligan al organismo a obtener energía a partir de las grasas almacenadas generando cuerpos cetónicos en sangre que se traducen en un olor corporal especial. Lo mismo ocurre con las especias fuertes o con alimentos como el ajo y la cebolla ricos en sustancias volátiles y aminoácidos azufrados.

En cambio, los alimentos ricos en clorofila (hojas verdes en general) sí son aconsejables.

El ejercicio activo que provoca sudoración intensa es una vía rápida de depuración, y aunque mientras se practica puede producir olor ofensivo, después de una buena ducha mejora el olor corporal al disminuir el grado de “toxicidad” interna.

En cambio, una sudoración mantenida, por ejemplo por el cortisol liberado con el estrés, puede generar mal olor al mezclarse de forma mantenida con las bacterias o células muertas de la piel.

La flora microbiana cutánea puede desequilibrarse cuando se potencian los microorganismos propios de medios húmedos, en lugares en que se acumula el sudor y el calor: pies, axilas, genitales, pliegues debajo de las mamas… Por eso es importante mantener estas zonas bien secas después de ducharse, o impedir la sudoración fácil utilizando prendas de fibras naturales que son transpirables.

La ducha matinal con cepillado con guante de crin que facilita la exfoliación o eliminación de células muertas de la piel, es una medida aconsejable para incorporarla a temporadas. Finalizarla con agua fría también es una buena medida para estimular la circulación y la eliminación de tóxicos.

En cambio, el uso diario de jabones no es muy recomendable por la alteración que significa para la microbiota fisiológica de la piel, y el de desodorantes tampoco porque generan humedad en las zonas de aplicación. (Fuente: Cuerpomente)

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